Es necesario que nuestros alumnos desarrollen no sólo la memorización de conceptos, sino que los puedan aterrizar a la realidad. Si no se aprende a pensar, aquellos conocimientos enciclopédicos son inútiles y ciegos.
—¡Te lo juro Luis!... Estudio mucho, pero todo se me olvida a la mera hora —comenta un alumno después de un examen en el que no le fue tan bien— ¿Cómo le hago para acordarme de todo?.
—¿Cómo estudias? —le pregunté, y empezamos un camino de cambio de hábitos que, a la larga, le ayudó a mejorar sus notas.
Es común escuchar sobre la familia como el núcleo de la sociedad, y nadie duda del papel tan importante en la formación de la persona, su necesidad para acompañar a los jóvenes en su desarrollo mientras pasan a convertirse en adultos independientes, y formar ellos mismos su propia familia. Pero es más difícil encontrar donde nos hablen de cómo desempeñar esa función tan especial y de gran trascendencia.