De los libros, a la vida real.

Más que alumnos, personas verdaderamente competitivas.

Una de las imputaciones que habitualmente se hacen a las instituciones educativas es su limitación para formar una inteligencia práctica. Sin embargo, la inteligencia no se forma convirtiéndola en un almacén de conocimientos sin más. «La inteligencia se forma cuando aprende a pensar, cuando descubre por sí misma, cuando lee el interior de las realidades, no sólo cuando escucha y circula lo leído por otros» (Carlos Llano, Formación de la Inteligencia la voluntad y el carácter, Trillas 2000).

Es necesario que nuestros alumnos desarrollen no sólo la memorización de conceptos, sino que los puedan aterrizar a la realidad. Si no se aprende a pensar, aquellos conocimientos enciclopédicos son inútiles y ciegos. La verdadera formación de la inteligencia ayuda al individuo a relacionar esos conocimientos, y le permite salir de las normas generales que aparecen en los libros (la teoría) para penetrar dentro de las realidades del mundo, adaptando esa teoría a los casos concretos.

Así, la asignatura Administración de Empresas, impartida en High School, va encaminada no sólo a formar personas con las bases teóricas de la empresa, sino hombres con capacidad de entender la realidad de manera objetiva, que puedan tomar las decisiones adecuadas en el momento adecuado, con posibilidad de sortear los obstáculos y acometer las metas que se planteen. Un claro ejemplo es el Proyecto Ciudad de los Niños, enfocado a lograr el desarrollo de las habilidades antes mencionadas, y la aplicación del conocimiento adquirido en el aula.

Cada año la Ciudad de los Niños emplea diversas campañas de recaudación de fondos. Para lograr los objetivos de la materia, en el mes de noviembre los alumnos de tercero de High School realizaron un proyecto creado con un doble propósito, apoyar a la Ciudad de los Niños y aplicar lo aprendido en Empresa y Gestión. A los alumnos se les reúne en equipo y se les explica que son —cada equipo— el Departamento de Fund Rising de la institución. Es importante además que entiendan que el proyecto que realicen aportará una fuerte o escuálida ayuda a esta maravillosa iniciativa social, dependiendo del empeño que dediquen.

Los integrantes deben resolver toda clase de problemas, que hasta entonces sólo habían sido abordados en el salón, pero que al tratar de llevar a cabo sus ideas, se interponen por el dinamismo propio de la vida real. Se genera así una experiencia enriquecedora, en donde tienen que poner en práctica sus conocimientos, generando nuevas competencias y desarrollando sus habilidades. Cada uno aprende a vislumbrar lo que otro no alcanza a ver, explota su creatividad  y se crece ante los obstáculos que se presentan.

Hace unos días un profesor del IPADE mencionaba que hay tres cosas que las empresas y los empresarios buscan en los nuevos talentos: critical thinking, multidisciplinary approach y problem solving attitude. Estoy convencido de que proyectos de este tipo contribuyen a desarrollar con mayor intensidad estas tres capacidades. Ahora, acabado el proyecto, el estudiante se habrá ejercitado en el desarrollo de los tres pilares mencionados con anterioridad. Critical thinking: es necesario que un director de empresa abstraiga la información más relevante y lo más sintetizada posible, con el fin de reunir los datos suficientes que permitan una mejor toma de decisiones, y que las pueda someter a un análisis adecuado. Multidisciplinary approach: un proyecto como este implica diversas cuestiones operativas, en donde las habilidades de cada uno —que son distintas— se tienen que complementar en una estrategia global, como investigación, coordinación, planeación, organización, control, etc. Finalmente, problem solving attitude: es una capacidad en la que la fortaleza y el carácter juegan un papel crucial para el buen funcionamiento del proyecto, ya que las diferentes circunstancias hacen que el estudiante busque soluciones de la manera más eficaz para alcanzar sus objetivos. En fin, competencias como estas contribuyen a un desarrollo personal y académico más completo, que facilitará al alumno desenvolverse en su vida universitaria.

Se presentaron al final proyectos diversos y creativos. Algunos equipos se quisieron enfrentar a la aventura de presentarse frente a directores de empresas y vender la labor que se hace en la Ciudad de los Niños para pedir su cooperación; otros elaboraron distintos planes para conseguir fondos, como la organización de un torneo de fútbol, rifas entre amigos y familiares, o simplemente “boteadas” estratégicamente colocadas; otro equipo consiguió donas Krispy Kreme para revender y sacar un margen destinado a la Ciudad de los Niños; y otro más haciendo gestiones para colocar el juego del “hombre al agua” en San Pedro de Pinta; en fin, estas y otras tantas iniciativas que deslumbrarían a cualquiera. Entre otras cosas, los estudiantes se dieron cuenta de lo mucho que eran capaces de lograr si se lo proponen. Al final del proyecto, se logró juntar alrededor de los $85,000 pesos en una semana y media destinados a la Ciudad de los Niños.

Quisiera terminar con una frase del Dr. Carlos Llano, fundador del IPADE y la Universidad Panamericana que me parece resume la grata labor realizada en nuestro colegio: «Vale más ponerse la meta de la excelencia y no lograrla, que la de la mediocridad y conseguirla». Me llena de orgullo ver que nuestros alumnos, no sólo se atreven a acometer empresas grandes, sino que las logran y superan por mucho.