¡Otra vez se me olvidó todo en el examen!

Recibimos una gran cantidad de información cada día, pero el cerebro filtra la mayoría, quedándose con sólo una parte. Cualquier cosa importante o impactante se guarda en el compartimiento que almacena las cosas a largo plazo, mientras que lo restante lo vamos descartando para hacer espacio a la nueva información que nos llega. Las experiencias más emocionantes tienden a quedarse mucho más con nosotros, así como las actividades que se repiten con frecuencia.

Algunas investigaciones sugieren que es menos probable que recordemos cosas ahora que la información está accesible 24/7 en internet. Por lo mismo, cada vez es más necesario que pongamos atención y nos esforcemos por quedarnos con todo lo que se quiera guardar en la memoria. Lo que se puede afirmar con toda seguridad es que hay algunos hábitos y estilos de vida que ayudan o perjudican nuestra capacidad de retención. Además, hay algunas buenas costumbres en el estudio que facilitan la memorización y el aprendizaje.

Por ejemplo, antes se creía que el multitasking era una habilidad que habría que  buscar y fomentar. Los estudios de los últimos años han logrado destruir el mito de que el multitasking es eficiente y productivo. Algunos investigadores sostienen que el multitasking de hecho afecta nuestra memoria de corto plazo, y limita nuestra habilidad para concentrarnos en la información más importante de nuestro entorno. De ahí lo dañino de estar twitteando, googleando o en el Facebook mientras se hace la tarea.

Por lo tanto, el primer consejo que vale la pena seguir es desconectarse de cualquier tipo de distracción –redes sociales e internet, por ejemplo–. Así, irá aumentando la capacidad de concentración.

A continuación, algunos consejos prácticos que conviene revisar para facilitar el aprendizaje, y garantizar el mejor desempeño académico posible.

 

Hábitos y Estilos de Vida

Entonces, ¿cómo podemos mejorar nuestra capacidad de retención? Hay ciertos hábitos y estilos de vida que realmente incrementan nuestra habilidad para recordar las cosas, como por ejemplo dormir más y mejor, o llevar una agenda.

Dormir más y mejor. Durante el sueño, el cerebro toma la información que vale la pena recordar y fortalece nuevos recuerdos. Un estudio comprobó que la privación del sueño debido, y/o el desorden en el descanso tiene un efecto más negativo en personas entre los 16 y los 30 que entre los baby boomers.

Actividades Físicas. El ejercicio también ayuda a la capacidad de retención. Los científicos han descubierto que el ejercicio incrementa el tamaño del hipocampo, aquella parte de nuestro cerebro que procesa nueva información y juega un rol importante en el almacenamiento de datos en la memoria a largo plazo.

Trabajar la mente. Es útil trabajar la mente, por ejemplo, memorizando cosas como teléfonos, direcciones, etc. No hacernos absolutamente dependientes de la tecnología que nos resuelve cómodamente estas cosas.

Sistematizar. Es también muy bueno crearse “rituales” y desarrollar hábitos, llevar una agenda, etc. De esta manera, uno funciona más en automático y se puede concentrar en aprenderse la información que se quiere estudiar.

 

Estudiar. Y estudiar de manera inteligente.

Estudiar cuando mejor te sirva. Es un hecho también demostrado que hay momentos del día que son mejores para el estudio. Se sugiere no estudiar muy en la mañana ni muy en la noche. En la investigación que se hizo, los participantes que estudiaron por la tarde se desempeñaron mucho mejor que en la noche. Entonces, conviene organizarse bien y evitar desvelarse mucho estudiando, para dedicarse a estudiar cuando mejor convenga.

Usar todos los sentidos. Quizá hayamos escuchado alguna vez la recomendación de leer en voz alta, y que eso nos sirve para aprendernos las cosas. Pues tienen mucha razón. Si leemos en voz alta, no nada más vemos las ideas escritas, sino que las pronunciamos y escuchamos. Conviene que metamos todos los sentidos posibles en el estudio.

Regresar después de un rato a repasar lo anterior. Múltiples estudios han encontrado que la repetición espaciada incrementa la retención en un 50%. Básicamente implica dividir la información en pequeñas partes y repasarlas constantemente a lo largo del curso. En términos prácticos, sería tener apuntes esquemáticos y estudiarlos, por ejemplo, cada día lo de ese día y de nuevo en los fines de semana.

Examínate. También ayuda mucho hacerse un examen rápido a uno mismo. Preguntarse los conceptos que se acaban de estudiar y asegurarse de que los podemos decir sin el apoyo de los apuntes. Uniendo este punto al anterior, luego podemos dejar pasar un tiempo y volvernos a preguntar por algo pasado para ver si todavía lo podemos contestar.