El futuro no "te llega"... lo eliges.

¿Qué crees que pase con la empresa? ¿Lograremos salir de ésta? —le pregunta un director de una empresa a un consultor externo que había contratado para que le aconsejara y poder sacar a su empresa de la profunda crisis en que se encontraba.

Pues mira, lo que te puedo decir ahorita es que creo que pasará lo que tú quieras que pase. —le contestó el consultor, queriendo dejar un mensaje al director.

—Pero yo no puedo controlar lo que le pase a mi empresa.

—¿Seguro? ¿Qué no puedes decidir eliminar una línea de productos que no está funcionando bien?  ¿No podrías dirigirte a otros clientes en donde no está tan competido y puede haber más oportunidad de negocio? ¿No puedes tratar de bajar algunos costos para hacer que tu negocio pueda hacerse más rentable? ¿No podrías también re-diseñar tu equipo de ventas para hacerlo funcionar mejor? Ves… hay mucho que sí está bajo tu control. 

— Tienes razón, pero no sé por dónde empezar. —Concluyó el director.

Efectivamente, lo que a muchos directores les falta es tener un plan, una estrategia que le conduzca a alcanzar lo que quiere. El futuro no “te llega”, lo eliges. Es el empresario el que pone los medios para conseguir las metas que se ha propuesto, y aunque falle algunas veces, sólo tiene que corregir el plan para hacerlo funcionar en el “segundo round”. 

El director del ejemplo con el que empezamos reconoce al final que no sabe bien por dónde empezar, o cómo ir tomando decisiones. Pues bien, en el fondo, no sabe trabajar estratégicamente. 

¿Cuáles serían las cosas que hay que definir al crear una estrategia? El líder empresario tendrá que hacerse las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué quiero lograr?
  2. ¿Cómo lo puedo lograr? (Actividades y recursos).
  3. ¿Quiénes se pueden encargar de cada tarea?
  4. ¿Para cuándo se necesita cada tarea?

Si logramos definir las preguntas anteriores, habremos creado una estrategia. Podríamos explicar de muchas maneras y ofrecer muchas definiciones de lo que es una estrategia, pero —en esencia— no deja de ser simplemente una combinación de los elementos anteriores: un objetivo, con un plan para alcanzarlo, y la buena asignación de recursos, responsables y plazos. 

Pero no sería justo hablar de estrategia sin mencionar su aplicación, el cómo llevarla a cabo. Es tan importante el plan concebido como la buena ejecución del mismo. Algunos autores llaman táctica a la manera de aplicar la estrategia. La táctica observa que se utilicen bien los recursos asignados para alcanzar adecuadamente los objetivos. Es por una buena ejecución —táctica— que la estrategia puede llevarte a las metas deseadas. Si la estrategia no se aplicara bien, de nada serviría haber pensado en la mejor estrategia del mundo, simplemente fracasarías igual.

Entonces, ¿en qué consiste la estrategia? Podríamos resumir que lo que hace falta es un buen plan (que observe todos los elementos mencionados) y una buena realización de lo planeado. Por eso, los hombres exitosos tienen siempre estas dos características:

  1. Se proponen metas altas, valiosas, trascendentes, difíciles de alcanzar y que supongan un reto a su persona y a toda la organización (estrategia).
  2. Se los proponen valerosamente y están dispuestos a luchar y esforzarse por vencer todas las contrariedades que puedan surgir en el camino (táctica).

En fin, es importante entender bien esta idea que hemos tratado de exponer y que se resume tan bien en este artículo de la revista ISTMO (1999): “El éxito depende más de la preparación que de la suerte, más del esfuerzo que de la improvisación”.